Es escritora, periodista, estudió Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM: Tiene una larga trayectoria como editora de distintos medios dentro y fuera de la Comunidad Judía de México.
“Hace muchos años, cuando vivía Carlos Halpert, fundador de Anajnu Veatem, platicaba de sus proyectos, nunca imaginábamos el alcance de su visión, probablemente él mismo no vislumbraba lo que la danza judía de México llegaría a impactar de manera tan profunda en el colectivo de la comunidad judía mexicana. Su primera intención, era crear eventos para conmemorar las fechas históricas y en torno a ellas, presentar una emblemática coreografía de danza israelí que sería suficiente para mover las fibras de la identidad de los espectadores, hacerlos sentir orgullosos porque el arte es factible a pesar de las difíciles experiencias del acontecer histórico de nuestro pueblo; una forma de generar espacios y alternativas de esperanza, además de una posibilidad de transformar realidades e insertarse en dinámicas de cohesión social sobre todo en las nuevas generaciones, que requerían el optimismo que proveía la danza, no solo como bailarines sino también como espectadores, ‘ustedes y nosotros’, Anajnu Veatem, unidos por siempre y para siempre para ser uno mismo, orgullosos de las raíces, tradiciones y costumbres.
De esta forma, la danza israelí al expresar el vigor y la épica judía se convirtió en exponente de justicia y de una cultura de paz, de memoria histórica y de una necesidad tangible de reconciliación con el mundo cuando todo apuntala hacia crisis, conflicto e inseguridad por el porvenir de un país que se ha ido forjando con muchos sacrificios.
Cuando el pueblo danza -rikudei am- existe la esperanza y el mensaje de paz, la alegría por la vida, el deseo de que todo el grato colorido del vestuario se manifieste en destellos que promuevan el entendimiento y la reconciliación; el reconocimiento de las distintas expresiones artísticas como un instrumento de cambio, una herramienta de esclarecimiento para decir que Israel esté lleno de panderos; Israel es ‘tierra de leche y miel’. “las mujeres de todas las ciudades de Israel salían cantando y danzando al encuentro del rey Saúl, con panderos, con cánticos de júbilo y con instrumentos musicales”.
Es imponente la energía que desborda Anajnu Vetaem, cincuenta años de ser representante del sionismo, por Sion la Ciudad de David, por Jerusalem, porque ‘no se habrá perdido nuestra esperanza; la esperanza de dos mil años, de ser un pueblo libre en nuestra tierra’.
Anajnu Veatem continuará siendo el reflejo del folklore, pero más allá de la etnología, todo el público comprenderá el ímpetu desde el fervor de lo íntimo con el profundo deseo por la paz para todos los seres y pueblos del mundo.”
Susy Anderman
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